Una de las fases más importantes del control financiero es la definición de una serie de parámetros e indicadores, ya que de esta forma es posible delimitar, con gran detalle y exhaustividad, cuáles son las funciones básicas y áreas clave que queremos analizar para comprobar que no existen desviaciones o problemas que puedan comprometer la buena marcha financiera de la empresa.
Para que estos parámetros puedan ser considerados realmente válidos deben cumplir la condición fundamental de ser útiles para conseguir los objetivos básicos de todo control financiero: detectar desviaciones sobre los objetivos propuestos con el fin de corregirlas a tiempo, así como poder establecer previsiones y simulaciones fiables para diversos contextos situacionales. Algunos de estas situaciones serían: problemas de financiación, aumento o disminución de volumen de ventas, gastos imprevistos, etc.
Por lo tanto, dichos indicadores deben ser, ante todo, muy concretos y medibles y, en su conjunto, llegar a abarcar las áreas financieras más importantes de cualquier empresa:
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Productividad. En base a cuatro criterios básicos: productividad, cobertura, costo y calidad.
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Variables financieras. Asociadas a la buena marcha financiera de la empresa.
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Análisis global. Los indicadores deben servir para analizar y llegar a conclusiones de valor sobre los tres estados financieros básicos: balance general, estado de resultados y flujo de efectivo.
Parámetros o estándares más habituales
Los parámetros, también llamados estándares, más habituales en control financiero son los siguientes:
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Rendimiento de beneficios.
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Posición en el mercado.
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Productividad.
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Situación fiscal.
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Estado de las inversiones.
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Situación del activo, el pasivo y el patrimonio neto.
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Pérdidas.
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Ganancias.
¿Qué nos indican estos parámetros?
Básicamente sirven para detectar posibles problemas de índole financiero, siendo algunos de los más habituales:
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Inventarios excesivos: pérdidas por deterioro, almacenaje, obsolescencias, etc.
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Exceso de facturas por cobrar y pagar.
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Inversión en activos fijos tangibles por encima de las necesidades de la empresa.
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Condiciones operativas de un nivel inferior a la competencia.
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Volumen de ventas muy elevado y no proporcional a la fuente de medios propios.
Una foto detallada y en alta definición
En definitiva, el gran beneficio de estos parámetros estandarizados de control financiero es que permiten obtener una imagen detallada de la situación financiera de la empresa en cada momento e, incluso, en situaciones simuladas que pueden darse en el futuro.
Esto permite realizar las correcciones necesarias para la buena marcha o la mejora de los resultados de la empresa y estar preparados ante posibles contingencias que puedan tener lugar en el futuro.
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