Uno de los temas más habituales al hablar de las finanzas de una empresa de nueva creación es tratar de establecer dónde se encuentra su punto muerto o punto de equilibrio. Lo que en terminología anglosajona se conoce como Breakeven. Sin duda, alcanzarlo es todo un hito en cualquier proyecto empresarial.
Con este término hacemos referencia al umbral de rentabilidad de una empresa. Entendida ésta como aquella cifra de ventas con la cual la empresa ni gana ni pierde dinero, puesto que es capaz de cubrir todos sus gastos fijos y variables.
Para poder realizar el cálculo será necesario que podemos establecer en primer lugar qué entendemos por costes fijos y por costes variables:
Costes fijos: son aquellos que tiene la empresa independientemente que realice o no ventas. Es lo que conocemos por costes de estructura y que la empresa deberá asumir como gasto regular aunque tenga poca o ninguna operativa. Debemos tener en cuenta que son aquellos gastos que no se incluirían en el llamado coste de los productos para una empresa de producción.
Costes variables: son todos aquellos costes que están directamente asociados a los productos. Por tanto, su volumen varía en función de la mayor o menor actividad que tenga la empresa. Bien es cierto que en muchas ocasiones nos encontramos ante costes que tan solo son en parte variables.
Por la parte de los ingresos, como bien sabemos, éstos vendrán determinados por el precio de venta que tengan los productos.
Teniendo estos datos podemos saber dónde se encuentra el punto de equilibrio de nuestra empresa. Para ello deberíamos aplicar la siguiente fórmula:
Costes fijos / (precio de venta – coste variable unitario) |
Debemos hacer una precisión previa. El correcto cálculo de este punto implica tener un conocimiento claro de cuáles son los costes de nuestra empresa y cómo imputarlos correctamente a los productos. Sin una contabilidad analítica precisa que nos ayudara en este aspecto, con toda seguridad obtendríamos un resultado erróneo.
Dependiendo del tipo de empresa, y la complejidad de su modelo de negocio, la imputación de costes puede ser realmente complicada. Ya sea porque se imputen más costes de los que realmente se generan en la empresa o por el contrario porque queden algunos sin imputar a ningún producto.
En cualquier caso, nadie pone hoy en duda el interés de este cálculo. En muchas ocasiones, para empresas de nueva creación, de la rapidez con el que se pueda alcanzar el punto muerto dependerá la supervivencia de una compañía.