Dedicar un poco de tiempo al shopping durante los viajes de empresa es una práctica habitual. Recuerdos para unos y otros, algún producto local interesante, gangas, sobretodo en el ámbito de las nuevas tecnologías y la ropa… Pero a veces resulta difícil resistir a la tentación y controlar la “fiebre compradora”. Para no caer en la trampa del exceso y el derroche, hay ciertos factores a tener en cuenta.
Cuando un Business Traveller viaja por el mundo, puede encontrarse con multitud de supuestas gangas, que podría querer aprovechar. A menudo se trata de objetos que no son precisamente necesarios, pero la oportunidad puede parecer demasiado buena para dejarla pasar. No obstante, antes de decidirse, hay que respirar un momento y pensar si realmente es algo necesario, útil o interesante. Una ganga, por muy ganga que sea, será un mal negocio si resulta ser algo inútil o que no utilizamos luego.
Además, hay que pensar en el coste real de esa compra. Tener en cuenta el cambio de divisa es básico, pero también sumar los costes bancarios de un pago en el extranjero con tarjeta, los impuestos no incluidos o variables, o incluso los gastos de aduanas si los hay. También es importante tener en cuenta que la importación de ciertos productos, como por ejemplo el tabaco, puede estar limitada, por lo que hay que ser conscientes de los límites permitidos para evitar posibles problemas.
Y por supuesto, ¡cuidado con las falsificaciones! En ciertos países es muy habitual encontrar productos vendidos a precios irrisorios, bajo pretextos como que no se pueden vender a precio normal por haber caído de un camión, por tener algún desperfecto en el embalaje, alguna tara inapreciable, por ser restos no vendidos de algún pedido de algún gran cliente… ¡o incluso admitiendo que se trata de una falsificación! Estos productos suelen ser muy controlados al pasar la aduana de vuelta a casa al finalizar el viaje de negocios, ya que los aduaneros conocen muy bien este tipo de producto, dónde se suelen comprar y cómo diferenciarlos de los auténticos.