Los desplazamientos en taxi son una de las partidas más difíciles de controlar en las hojas de gastos. Suelen considerarse una de las partidas que más propicia casos de fraude interno. La diferencia de precios entre ciudades, la dificultad de controlar los itinerarios y la popularidad de los comprobantes escritos a manos complican su gestión.
Había una cola de mil demonios esa mañana en el aeropuerto. Se notaba que era gente que venía del puente aéreo, se veían trajes, maletines, tacones... Formaban una línea que iba entrando poco a poco en los taxis que los estaban esperando junto a las puertas del aeropuerto.
Ella dirigió su taxi hasta el final de la cola. Poco a poco fue avanzando, la gente parecía no acabar, así que el ritmo de avance era constante. Últimamente venía bastante al aeropuerto, era una forma sencilla de garantizarse una carrera jugosa. El inconveniente era la competencia, a veces las cola de taxis parecía superar a la de posibles clientes.
Le tocaron un par de hombres de mediana edad, ambos en traje oscuro y con maletín.
- ¿Donde les llevo, caballeros?
El que parecía mayor le dió la dirección de una calle del centro de la ciudad.
- Y llegamos tarde, señorita. Dese prisa, por favor.
- Allá vamos, pero el tráfico no está precisamente bien a estas horas.
Todos tienen siempre prisa, pensó mientras se incorporaba al tumulto del tráfico de la mañana y calculaba el mejor itinerario. Les llevó una media hora llegar, tiempo en que los dos hombres no dejaron de hablar entre ellos sobre la reunión que iban a tener poco después.
- Aquí, es. Les dejo en la esquina si les parece.
- Perfecto, y hágame el recibo por favor.
- Ningún problema -dijo estirándose para tomar el bloc.
- Y como hemos llegado puntuales, le voy a dejar una buena propina. Eso sí, veo que el taxímetro marca 32€, hágamelo por 50€.
Pues empezaba bien la mañana, pensó. Hizo el ticket, se lo entregó a tipo que alargaba la mano y se guardó el billete que le ofrecía. El hombre se quedó con la mano tendida, esperando el cambio, así que a pesar de que le había dicho que tendría propina se lo devolvió. Luego dirían que los taxistas eran unos maleducados.
Mientras su compañero salía, el primer hombre le dio la propina prometida: 3€. Parecía que había decidido que los otros 15€ mejor se los quedaba él. Menudo listillo le había tocado...
Nota: este post forma parte de una serie dedicada a historias de fraude en los gastos de empresa. No pretendemos dar una visión negativa: el fraude es un fenómeno minoritario, la inmensa mayoría de trabajadores son honrados con sus gastos de empresa. Sin embargo, el fraude existe y es una fuente de pérdidas para las empresas. Como tal hay que combatirlo.
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