Para mejorar la eficiencia de una empresa, aumentar su productividad o conseguir mayor calidad en sus productos y servicios existen dos grandes métodos: la mejora continua y la reingeniería de procesos. La primera opción se basa en la aplicación de cambios de una forma suave y gradual, mientras que la reingeniería de procesos supone una transformación radical en la forma de hacer las cosas y las dinámicas de trabajo.
La mejora continua
La mejora continua consiste en la implantación de pequeños cambios en los sistemas de producción o en los circuitos organizativos, con el fin de conseguir un aumento suave pero constante de lo niveles de calidad de una empresa.
Las organizaciones que optan por este sistema configuran periódicamente equipos de trabajo multidepartamentales que se encargan de detectar problemas o áreas de mejora, aportar soluciones e implantarlas siguiendo una hoja de ruta establecida.
Ventajas
-
Los cambios no se producen de manera traumática y, por lo tanto, son asumidos positivamente y de forma natural por los profesionales.
-
Su implantación no requiere de grandes inversiones ni de un gran sobreesfuerzo de los empleados.
-
Se consigue un aumento gradual, progresivo y continuo de la calidad, eficacia y rentabilidad de los procesos.
Inconvenientes
-
Por lo general, no se logran beneficios espectaculares a corto plazo.
-
En ocasiones, podemos ser superados o sorprendidos por determinadas acciones, más arriesgadas y agresivas, de la competencia.
Reingeniería de procesos
Cuando una empresa opta por hacer un rediseño radical y una reconceptualización de su organización, sistemas de producción y/o dinámicas de trabajo hablamos de reingeniería de procesos.
En este caso, los cambios son bruscos y de gran calado y tienen como objetivo lograr un rápido y significativo aumento del nivel de producción o de la calidad de los productos y servicios. Normalmente, implica la eliminación completa del proceso anterior, por considerarse ineficaz u obsoleto.
Ventajas
-
Si se toman las decisiones correctas y se implementan de forma adecuada pueden lograrse notables mejoras en eficacia, eficiencia, productividad y efectividad, alcanzado un balance global muy positivo.
-
Los resultados son palpables a corto plazo.
Inconvenientes
-
Los cambios son traumáticos y radicales, lo que en algunos empleados conlleva malestar y dificultades de adaptación.
-
Es la solución que implica mayor riesgo por la posible inadaptación de los empleados y las importantes inversiones que precisa.
Mejora continua versus reingeniería de procesos
En relación a la mejora continua y la reingeniería de procesos la pregunta inevitable es: ¿cuál de los dos sistemas es mejor y más aconsejable?
En principio, la mejora continua es el método natural y mucho menos traumático de buscar la calidad y la excelencia en un contexto de gestión por procesos. Su facilidad de implantación, la buena acogida general de los profesionales y las positivas experiencias de las empresas que lo aplican, hacen de la mejora continua el sistema más práctico, eficaz y recomendable para la mayoría de empresas y escenarios.
No obstante, en determinadas situaciones a la empresa no le queda otra opción que asumir riesgos e introducir cambios radicales a través la reingeniería de procesos. Por ejemplo, cuando los costes son demasiado elevados, el sistema de producción inservible, anticuado e ineficaz, los productos o servicios no tienen una buena respuesta en el mercado o la compañía se encuentra en una posición claramente inferior a la competencia.
Para el presente post, hemos contado con la ayuda de:
Consultor en estadística y mejora de procesos