Cuando hablamos de ventaja competitiva nos referimos a cualquier atributo que permita a una empresa diferenciarse de su competencia y la coloque en una posición de superioridad. El mercado actual, marcado por la innovación permanente, exige a las pymes explotar al máximo estas ventajas, entre las que podemos destacar dos.
La ventaja competitiva de costes ha adquirido tal importancia en los últimos años que dio lugar al desarrollo de todo un mercado, el de las denominadas compañías low cost. Estas empresas cuentan con esta ventaja competitiva al disponer de menores costes de producción que su competencia en productos o servicios similares, lo que le permite rebajar precios hasta anular el margen de su competidor.
La posibilidad de liderar el mercado mediante una ventaja competitiva de costes tiene que abordarse en aquellos supuestos en que existen pocas posibilidades de diferenciarse debido a la estandarización del producto o servicio. Similares calidades y precios sumados a una gran cantidad de competidores conforman el escenario en el que la diferenciación por costes resulta imprescindible.
¿Cómo conseguir esta ventaja competitiva? Los expertos destacan en primer lugar al efecto aprendizaje por el cual, cuanto más producimos un bien, más rápido lo hacemos, disminuyendo por lo tanto el coste unitario. La segunda fuente de una ventaja competitiva de costes viene dada por la experiencia que disminuye en términos unitarios el coste real del valor añadido de la empresa.
Brindar un producto o servicio con una serie de atributos o características que los compradores consideren únicos conforma la denominada ventaja competitiva en diferenciación de producto. Gracias a ella, los usuarios están dispuestos a pagar más por un producto de una empresa que de otra.
Si bien las posibilidades de diferenciarse de la competencia por esta ventaja competitiva son superiores en el caso de productos de mayor complejidad que en el supuesto de bienes estandarizados, las pequeñas y medianas empresas pueden seguir estrategias de diferenciación basadas en esta ventaja.
En este sentido, dicha estrategia resulta más adecuada cuando se dan ciertas circunstancias. Una de ellas consiste en que el mercado potencial otorgue especial importancia a aspectos como la calidad del producto o lo utilice para diferenciarse socialmente. Por otro lado, puede también darse el caso de que los atributos y características distintivas del producto sean difíciles de imitar, al menos de forma rápida y a un coste asumible.
A la hora de seguir una estrategia de ventaja competitiva por diferenciación, las variables que deben tenerse en cuenta están relacionadas con las características del producto, las del mercado al que se dirige, las propias de la empresa y otros más especiales como son el tiempo y los criterios de responsabilidad social, este último cada vez más valorado por los usuarios y clientes.