El Impuesto sobre el Valor Añadido es un tributo que afecta al consumidor final de un bien o un servicio, por lo que en principio no tendría por qué tener efectos en las empresas. Pero existen supuestos de IVA no deducible, por lo que habrá supuestos en las que tu negocio tendrá que pagarlo.
En primer lugar, es vital que el gasto esté correctamente justificado para que puedas incluirlo en la autoliquidación de IVA correspondiente. Esto significa que tienes que tener una factura donde conste el detalle del bien o servicio adquirido, el tipo del IVA, la base imponible y la cuota repercutida, así como toda la información fiscal tanto del comprador como del vendedor: nombre completo o razón social, dirección y NIF. Por lo tanto, las facturas simplificadas o tiques no serán justificantes válidos.
Otro supuesto de IVA no deducible es el IVA extranjero. Las cuotas de tributos análogos soportados fuera del ámbito de aplicación del IVA no son deducible. Ahora bien, existen otros mecanismos que permiten la recuperación de esos impuestos. Por ejemplo, en el marco de la compra-venta de bienes y servicios a nivel intracomunitario, las empresas inscritas en el Registro de Operaciones Intracomunitarias (ROI) no necesitan pagar o facturar este tributo.
Tampoco es deducible el IVA de facturas que tengan una fecha de emisión de más de cuatro años de antigüedad
Además, aunque parezca obvio, no hay que olvidar que en cuanto nos referimos a gastos no vinculados con la actividad económica de la empresa, se trata de IVA no deducible. De la misma manera, este tributo será deducible en la misma proporción que el gasto esté afectado a la actividad. Es decir que si se trata de un gasto que se imputa al 50% a la actividad, solamente se podrá deducir el 50% del IVA.
Estos son los supuestos más genéricos de IVA no deducible, pero existen otro, relacionados con dietas, alojamiento o desplazamiento, que se tendrían que estudiar en el contexto casuístico.
