En artículos anteriores hemos hablado de cross cultural y de las diferencias a tener en cuenta a la hora de hacer negocios en China. Entre las particularidades del gigante asiático se encuentra la importancia que se otorga a las tarjetas de visita que, a diferencia de lo que ocurre en la mayoría de países occidentales, puede representar una pieza clave en las relaciones comerciales.
La tarjeta de visita en China conlleva ciertas prácticas y costumbres a los que los hombres y mujeres de negocio de este país suelen dar mucha importancia. El intercambio de tarjetas es muy habitual cuando dos personas se conocen en el ámbito profesional, por lo que es muy recomendable llevar siempre encima. Por deferencia, es mejor disponer de tarjetas bilingüe; muchos de los profesionales chinos optan también por tarjetas bilingües, incluso a veces con nombres “occidentalizados”.
Además del idioma, es importante el cargo que aparece. Una persona con un cargo poco preciso o ambiguo tenderá a ser poco tenida en cuenta, debido a la importancia que otorgan a las jerarquías. Por contra, un cargo imponente, o en cuanto menos especializado, llamará mucho más la atención.
En el momento de dar la tarjeta, la forma de hacerlo puede transmitir mucho a nuestros interlocutores respecto a nuestra seriedad y nuestra forma de hacer negocios. Por eso, lo habitual en este país es entregar la tarjeta de visita de forma más o menos solemne, cogiéndola con las dos manos y siempre de forma que el texto esté “en el buen sentido” para el receptor. Además, si en la reunión hay varias personas, hay que entregarlas conforme a la jerarquía: primero a la persona de más rango o autoridad, o podría considerarse una falta de respeto hacia éste.
En el momento de recibirla, hay que pararse a leerla detenidamente, para mostrar interés hacia la persona que la entrega. Incluso puede ser bueno hacer alguna pregunta o comentario respecto a la tarjeta y la información que allí aparece. Después, mejor no guardarla inmediatamente en un tarjetero, junto con otras muchas tarjetas, puesto que podría interpretarse como que ese interlocutor no es más que otro entre un montón.