Un acercamiento a la diversidad de cultural desde una visión únicamente pluricultural acaba convirtiéndose en una mera descripción de la manera que tienen los “otros” de ser y comportarse, de una forma independiente y sin tener en cuenta las relaciones multiculturales.
Cuando actuamos así, corremos el peligro de reforzar y darle una importancia excesiva a las creencias y los estereotipos (mientras que con una perspectiva cross cultural se evitan estos problemas).Desde los primeros años de nuestra infancia, la sociedad en que vivimos tiende a inculcarnos una serie de creencias y estereotipos en relación a grupos y culturas distintas a la nuestra. Con el paso de tiempo, la mayoría de nosotros las interiorizamos de tal manera que, de forma inconsciente, acabamos convencidos de una serie de clichés del tipo “todos los americanos son demasiado directos” o “con los asiáticos es imposible llegar a un acuerdo rápido”.En realidad, no son más que generalizaciones que en ocasiones pueden tener coincidencia con personas concretas, pero muchas veces no ser así. Por desgracia, es muy habitual caer en este tipo de prejuicios sin ni siquiera darnos cuenta.
El problema es que muchas veces nuestra relación con los demás acaba basándose en esos clichés sobre todas y cada una de las culturas ajenas a la nuestra, que por otro lado es la que consideramos superior y más correcta. A este tipo de actitudes se las conoce como monoculturales.
Pero no nos quedamos ahí, porque el siguiente paso es identificar esos clichés con la cultura en conjunto de una nacionalidad, raza o grupo. Además, casi siempre esas características estereotipadas las interpretamos de una forma negativa.
En un entorno de trabajo multicultural, las relaciones basadas en estereotipos son muy negativas, puesto que generan desconfianza e impiden sacar el máximo partido de las actitudes y competencias tanto a nivel de equipo como individuales. El ambiente laboral se resiente y la calidad y rentabilidad del proyecto puede llegar a bajar muchos enteros o incluso a fracasar totalmente.
Los escollos monoculturales
Cuando una persona se maneja en aspectos monoculturales piensa que su cultura (que tiende a confundir con nacionalidad) es la mejor y único patrón de conducta válido. Si quien se rige por esos parámetros es el directivo de una empresa o el responsable de un equipo de trabajo tenderá a pensar, equivocadamente, que todos los demás están obligados a adaptarse a su forma de trabajar y costumbres.
Las personas instaladas en una visión monocultural en su relación con los individuos de culturas diferentes adoptan una de estas tres actitudes:
- Ignorar las diferencias culturales.
- Reconocer dichas diferencias pero evaluándolas negativamente.
- Ser conscientes de las diferencias aunque minimizando su importancia.
Las tres actitudes son negativas y suponen un escollo para lograr unas relaciones personales y laborales fluidas y enriquecedoras. Negar la diferencia supone vivir aislado mental e incluso físicamente (por ejemplo, las urbanizaciones vigiladas para directivos que acaban convirtiéndose en auténticos guetos). Igualmente pernicioso es percibir las diferencias culturales siempre como negativas, ya que se degrina al prójimo y se adoptan posiciones de superioridad, o bien trivializar el choque cultural sin adoptar las medidas o estrategias adecuadas.
Estas actitudes ante las personas de culturas diferentes tienen un punto en común: son negativas para las relaciones en el trabajo, impiden el crecimiento laboral y personal, favorecen las experiencias negativas y reducen la calidad del trabajo y la productividad.
El punto de vista multicultural
El mejor consejo para afrontar un proceso de expatriación, así como gestionar e integrarse en un equipo de trabajo con personas de diferentes orígenes y culturas es reconocer, aceptar, apreciar y entender las diferencias. Es decir, ver la realidad desde una perspectiva multicultural.
Hay que tener en cuenta que aceptar no significa estar necesariamente de acuerdo con todo ni renunciar a nuestros propios valores y costumbres. Obviamente, tampoco se trata de adoptar o asimilar la cultura mayoritaria del lugar donde nos encontramos. Al hablar de aceptación nos referimos a un reconocimiento positivo de otros contextos y entornos culturales en un nivel tanto intelectual, como instintivo y emocional.
Otra cuestión muy importante es intentar abandonar la denominada “zona de confort”, que sería la actitud con la que nos sentimos cómodos por estar en línea con nuestras costumbres y hábitos. Por ejemplo, para un empleado alemán expatriado a un país sudamericano abandonar dicha zona sería no darle tanta importancia al tema de la puntualidad, comprendiendo y tolerando que para la mayoría de latinos llegar diez minutos tarde a una reunión es algo totalmente normal y aceptado.
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Executive Coach, Team Coach y Consultor en Planificación Estratégica, Liderazgo y Desarrollo de Aplicaciones. Socio fundador de Humaniza