La competencia en cualquier sector empresarial es mayor cada vez y los clientes se vuelven más exigentes. Si a ello le sumamos la feroz competencia, tanto a nivel interno como de las economías emergentes, y un entorno fiscal y económico complicado, inseguro y turbulento, llegamos a una conclusión prácticamente irrebatible: los procesos de mejora empresarial no son opcionales, sino imprescindibles para la supervivencia de una empresa o negocio.
Un proyecto de mejora empresarial únicamente se sustenta mediante el desarrollo de circuitos basados en la mejora continua. De lo contrario, sólo se obtendrán, en el mejor de los casos, pequeñas mejoras parciales sin continuidad temporal, que rápidamente serán contrarrestadas o superadas por la competencia.
Alcanzar la excelencia empresarial no es un objetivo fácil. Es un proceso progresivo en el que debe implicar la organización en su conjunto, sin retrocesos y sin perder de vista los objetivos y capacidades de la empresa en cada momento.
Las claves del éxito en los proyectos de mejora empresarial
El éxito de un proyecto de mejora empresarial depende en gran medida del seguimiento de las siguientes claves fundamentales:
1) Seleccionar adecuadamente los procesos a mejorar
La empresa tiene que definir los procesos concretos que más le interesa mejorar, atendiendo a problemas detectados o evidenciados. Una vez seleccionados, se deben priorizar por orden de importancia. Los signos o alertas más habituales que nos pueden indicar los procesos más idóneos para realizar sobre ellos acciones de mejora son:
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Reclamaciones o quejas de clientes.
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Problemas con proveedores.
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Procesos con costes excesivos.
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Tiempos de ejecución o de respuesta elevados.
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Pérdida de mercados.
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Descenso en la rentabilidad o de la productividad.
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Visualización de problemas, errores o áreas de mejora en algún proceso o circuito al realizar una representación gráfica.
2) Formar equipos de trabajo efectivos
El verdadero valor de un equipo de trabajo de mejora está en los distintos profesionales que lo componen. Se deben seleccionar las personas más idóneas para cada proyecto atendiendo a variables objetivas como:
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Experiencia en el proceso a tratar.
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Conocimientos sobre metodologías y herramientas de mejora continua.
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Capacidad de liderazgo y empatía.
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Motivación.
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Disponibilidad.
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Contribución potencial en función de sus conocimientos, creatividad, o antigüedad en la empresa.
3) Utilizar la metología y herramientas más adecuadas
Existen diversas metodologías (como el método Six Sigma) y herramientas (Diagramas de Pareto o de causa-efecto) para llevar a cabo procesos de mejora continua. Es aconsejable no tomárselas como reglas rígidas que hay que seguir estrictamente, sino a modo de guía orientativa y flexible.
Es importante que los integrantes del equipo se sientan cómodos con la metodología utilizada y para ello es fundamental que se les proporcione la formación adecuada, en función de su rol dentro del grupo. El consenso y la adecuación a los objetivos y características de la empresa son dos aspectos que nunca se deben perder de vista para que la elección sea acertada.
4) Seguimiento adecuado
Tan importante o más que la consecución de los objetivos es su seguimiento periódico para poder llevar a cabo las correcciones necesarias. Por este motivo, es indispensable que los objetivos propuestos inicialmente sean medibles de la manera más cuantitativa y exacta posible.
5) Compromiso de alta dirección
Aunque no lo parezca, muchos proyectos de mejora fallan porque, pese a que existe una gran motivación entre los responsables y trabajadores de un departamento en concreto, no ocurre lo mismo con los puestos más altos en la estructura de la empresa.
Esta falta de compromiso de las altas jerarquías impide un seguimiento y continuidad suficiente, lo que se traduce en falta de recursos y abandono del proyecto. Además, imposibilite que el proyecto de mejora se traslade a otros procesos, departamentos o circuitos de la organización.
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